Somos Yolanda y Marian Valero. Amamos el café como una forma de expresar muchas otras cosas: el compromiso con el planeta, la posición ante la vida, el tiempo necesario para degustar sin interferencias. Por eso nuestro café pasa por las manos de innumerables personas desde que se plantea hasta que nos llega a nuestras manos. Las agricultoras sacrifican la cantidad por la calidad, por lo que cultivan variedades mucho más sensibles y menos productivas pero de una calidad extraordinaria.

En ese proceso, apostamos por las mujeres que son protagonistas desde la plantación, con modelos que luchan contra la precariedad y la invisibilidad y cuyos proyectos sean responsables con el territorio. Solo recogen las cerezas de café cuando están en su punto óptimo de madurez, llevándoles a emplear técnicas manuales. Los importadores almacenan café con un control exhaustivo de las condiciones y climatología de los almacenes.

 

Nosotras estamos en la fase final de esta cadena productiva y de valores, nuestro trabajo es tostar el café, y para ello empleamos técnicas antiguas combinadas con las mejores técnicas modernas, buscando siempre los mejores métodos de producción.

Nuestra forma de tostar es contraria de lo que la industria de cafés comerciales ha venido haciendo en las últimas décadas, que básicamente era tostar todos los cafés de la misma manera y realizando unos tuestes muy oscuros para ocultar los defectos de una materia prima de muy baja calidad. Nosotras le damos un trato único a cada grano, ninguno es tostado de la misma manera y realizamos tuestes más claros pero lo suficientes para que el café desarrolle con plenitud todos sus aromas y sabores y por tanto la taza resultante sea única, compleja, balanceada y muy limpia, en resumen una delicia.